Wednesday 16 April 2014

La esperanza de Ashaiman City






Continental Basic School, en el barrio de Ashaiman.
Continental Basic School es mucho más que una escuela primaria perdida en el medio del caótico barrio de Ashaiman. Es mucho más que un edificio enclenque, cuya construcción no está terminada y en el que hay bloques de cemento y restos de hormigón por todas partes. Es el lugar donde conozco, siento y experimento la vida desde otra perspectiva,  un lugar donde la rutina  me lleva a comprender cómo  se  percibe y se entiende la realidad desde este lado del mundo, desde África; un continente  infinitamente rico e inmensamente pobre a la vez; un tesoro natural, cultural , lleno de rincones aún por descubrir y explorar; que contrasta trágicamente con la pobreza, el hambre y el sufrimiento que atormenta a millones de africanos.

A simple vista el edificio de nuestra escuela parece en ruinas, uno podría pensar que está abandonado, si no fuera por las risas y  voces alegres de nuestros alumnos que se escapan por las ventanas  llenando el aire de una armonía que no se puede describir, sólo sentir.

Entrada de la escuela.
Ashaiman es uno de los 10 distritos de Greater Accra, la región donde se encuentra Acra, la capital del  país. Es un barrio  desordenado, ruidoso, con gente que  camina alborotada en medio de  una encrucijada de calles polvorientas, mal diseñadas, que se juntan  unas sobre otras, creando un flujo de tráfico  loco y  sin sentido. Las alcantarillas y resumideros están completamente abiertas.

Uno puede ver las aguas residuales, y basura emergiendo del interior de los canales que también hacen de desagües.La gente escupe y orina en esas alcantarillas, conectadas también con los baños públicos de la estación. El olor que emana de esos pozos llenos de mugre, impregna todo el ambiente.


En las calles de Ashaiman  la gente  habla a los gritos, vende, compra, pelea, sufre, llora, ríe, baila. Todo un escenario de emociones abierto al público. La estación  de transportes está siempre colapsada por tro tros, camiones y autobuses que entran y salen a cada minuto. El ruido es atronador.

 Los vendedores deambulan por los espacios libres entre  los vehículos, cruzándose entre ellos, empujándose y corriendo de un lado para el otro; siempre listos para vender sus productos: piñas, mangos,pan, agua, jabones, linternas, chicles, comida casera y toda una amplia gama de artículos que uno parece necesitar precisamente en el momento en el que el vendedor se asoma por la ventana del tro tro enseñándote su mercancía; como cargadores de teléfono, crédito para llamadas, pilas, tijeras o bolígrafos.

Alcantarillas abiertas en el barrio de Ashaiman.
 El aire en Ashaiman es denso, cuesta respirar en medio de todo el polvo que se levanta  del suelo con el paso de los vehículos y peatones. La música suena a todas horas en  los negocios callejeros y puestos ambulantes: todo un repertorio de melodías africanas que van desde el estilo góspel, reggae, pop y  cánticos tradicionales, hasta el rap más moderno impulsado por artistas ghaneses como Sarkodie, Castro y Shatta Wale.

Ashaiman CITY o  The United States of Ashaiman, tal y como  algunos  taxistas la llaman irónicamente para asociarla a los Estados Unidos (un país admirado por la mayoría de los ghaneses) está compuesta por numerosas barriadas pobres y  suburbios marginales que adoptan nombres como New York, Washington, Líbano (donde se encuentra nuestra escuela), Jericó, etc.

Todas estas zonas reflejan la verdadera realidad social de este país,  la realidad de la gente que lucha cada día por sobrevivir, por ganar unas pocas cedis  (moneda local) que les permita comprar algo de comida  y así poder alimentar a sus familias; siempre tan numerosas, siempre llenas de niños  y bebés que caminan por las calles  jugando entre los  coches y los residuos que se acumulan en todas partes.

-'Obruni, la vida aquí  es dura, no hay dinero, no hay trabajo, no hay futuro'...

Escucho esta frase diariamente y con la tristeza de comprobar en primera persona,  que desgraciadamente para la mayoría de este pueblo, no hay ni habrá salida hacia un futuro mejor; no llegará ningún tipo de ayuda.

'Main road' en el barrio de Ashaiman.
Ashaiman es un lugar olvidado por la clase dirigente de este país, ignorado por las autoridades; sólo recordado en el momento de las elecciones puesto que es fácil conseguir votos entre esta gente: con un poco de arroz y unas pocas cedis se puede comprar el resultado de unas elecciones.

Esta afirmación no es en absoluto descabellada, se compra el voto del pueblo en muchos países mucho más ricos y educados que Ghana, por lo que  no es ilógico que un pobre padre de familia numerosa, sin educación ni trabajo decida votar al candidato de turno sólo a cambio de comida y falsas promesas como: la construcción de una calle central pavimentada o un ambulatorio a la vuelta de su casa. Promesas que para cualquier ciudadano de un Sistema democrático bien desarrollado resultarían insuficientes.

Lamentablemente, tras las elecciones, se darán cuenta de que las carreteras seguirán siendo de polvo y que el hospital no se construirá nunca. Quizás sí que se termine el edificio ( para que el candidato pueda sacarse la foto y publicarla en la prensa) pero no funcionará  nunca como hospital con personal sanitario.

¡¡ He visto tantos edificios sin terminar, construidos con un propósito concreto para luego acabar convirtiéndose en vertederos de basura, lugar de venta de animales, baños públicos o espacios para gente que no tiene dónde dormir!!

Un día normal en Ashaiman.
Es siempre el mismo problema: corrupción política y empresarial, especulación  y explotación de ricos sobre los pobres, marginalidad y olvido del sufrimiento ajeno. ¡Siempre igual! El esquema se repite en todos los barrios y zonas pobres del mundo. Hoy vivo en Ashaiman pero la misma escena, o incluso peor, podría repetirse en cualquier slum de un país pobre.

En la vida es fundamental mantener siempre la esperanza ante la adversidad, las frustraciones personales o las decepciones que nos puedan surgir en el acontecer de la  cotidianidad. La esperanza es lo último que se pierde...o eso dicen...

Pero ¿ qué pasa cuando ya se nace sin ella? ¿Cuándo se crece en un entorno hostil que nunca da cariño ni consuelo?

 Ashaiman es el lugar donde más tiempo he pasado en mi estadía en Ghana; recorriendo sus calles, sus mercados, compartiendo experiencias de la vida diaria con la gente que se acerca para charlar, para preguntarme de dónde soy, qué hago aquí, cuándo vuelvo a mi país; pedirme si por favor  puedo ayudarlos a encontrar un trabajo, o si puedo comprar algo en sus puestos.

Se desaniman  cuando descubren que no trabajo para ninguna empresa multinacional y que no ganamos dinero con las actividades que hacemos en la escuela como voluntarias.

-'Obruni, no salary. Obruni, no money'. No lo terminan de creer.

Acra está llena de gente extranjera rica: embajadores, directores de empresas millonarias, trabajadores de organizaciones internacionales como Naciones Unidas, Acnur, Unicef, Cruz Roja y gente de negocios que trabaja fundamentalmente en proyectos de ingeniería, explotación de gas y petróleo o, en el caso de la Región Ashanti; en la explotación y venta de oro.  De ahí a que la gente pobre asocie la idea de que ser extranjero, especialmente si uno es de raza blanca; implica directamente ser absolutamente rico.

Un día normal en Ashaiman.
De ahí viene también, su  afán de persecución  cada vez que ven a un obruni ( tal y como nos llaman aquí, es la palabra que usan en la lengua local para  referirse a un hombre o una mujer blanca).  Se acercan para vender cosas, proponernos negocios o incluso matrimonio. Esta idea surge al ver el nivel de vida que llevan los 'obrunis' en Ghana, en general. Lógicamente ésto les hace pensar que al trabajar con extranjeros; el éxito y la fortuna que éstos disfrutan, también les beneficiará a ellos.




El sistema en el que funciona nuestro mundo continúa fomentando estos comportamientos sociales, que deberían ser erradicados, pero que lamentablemente se siguen promoviendo: ricos  que disfrutan mostrando  a los demás el lujoso estándar de vida que llevan y pobres anhelando ser ricos, para poder llevar ese mismo nivel de vida con el que tanto sueñan y sólo ven por televisión, en las películas o series, en su mayoría norteamericanas.

¡Por eso estamos como estamos!
Por este motivo las nuevas generaciones se estancan si sus máximas aspiraciones residen simplemente  en convertirse en famosos, ser admirados a nivel mundial y vivir en el lujo de una desmesurada comodidad.

Probablemente si diéramos un millón de dólares a uno de los conductores de tro tro de la estación de Ashaiman, iría inmediatamente a comprarse un coche de lujo como el que tienen Messi o Cristiano Ronaldo. ¡Esa sería su máxima aspiración! La mayoría de los hombres jóvenes de Ashaiman admiran a futbolistas y raperos. Todos desean ser como ellos y  llevar exactamente el mismo nivel de vida. Aspiraciones demasiado superficiales, demasiado vacías; que desaprovechan el  inmenso potencial existente en la mente humana cuando ésta se enfoca en alcanzar metas más solidarias, que buscan propagar el bienestar a nivel colectivo y en beneficio de toda la comunidad en lugar de centrarse únicamente en satisfacer  el bienestar  y el ego propio.

Jóvenes vendedores.
El grado de admiración que sienten por estos ídolos es tal, que ellos  también desean con todas sus fuerzas  ser reconocidos o admirados aquí en su zona, dentro de sus posibilidades y con todas sus  limitaciones. Buscan convertirse en líderes o personajes  admirados dentro de su círculo de amistades. Incluso puede que nuestro conductor de tro tro, ahora  imaginariamente millonario; nunca abandonara el barrio  porque disfrutaría mostrando sus nuevos excesos económicos a sus propios vecinos. Disfrutaría siendo estrella en el único lugar donde puede sentirse superior a otros: en Ashaiman destacaría sobre los demás.

 Presumir de ello le haría sentirse importante y superior a los otros. Es el mismo esquema que siguen  muchas de las sociedades de los países ricos siempre tan enfocadas en  acumular bienes y ocupar una posición social que les permita sentirse importantes dentro del sistema. Los ciudadanos de países pobres, copian los modelos de comportamiento social  que perciben de los ciudadanos de países ricos. Evidentemente, salvando las diferencias económicas ¡claro!, pero  aún así; aquí entre la pobreza de las calles de Ashaiman se puede encontrar el mismo afán por ser  o sentirse mejor que el  vecino. En esencia lo mismo que en Europa y en otros países ricos.

Así es como funciona la mentalidad humana cuando no está educada moralmente, cuando no está cultivada en valores, cuando carece de una  perspectiva  de  inteligencia emocional más profunda. Es entonces cuando vivir consiste meramente en acumular bienes o éxitos personales y profesionales; para presumir de ellos frente a otros: un plan de vida  tristemente mediocre, mal enfocado desde su inicio y  condenado al fracaso existencial .Sin embargo, aquí la vida es difícil desde que uno nace hasta que se muere, incluso envejecer  se convierte en una tortura cuando uno no dispone de los recursos básicos.


Según la publicación del World Gazetteer del año 2012, se calcula que en Ashaiman hay unas 300.000 personas. Yo diría que la cantidad se tripicla pero ésto se debe a mi percepción dentro de las zonas marginales y villas apartadas, que no puedo distinguir si forman parte o no de Ashaiman como distrito.

La mezcla de personas provenientes de distintas regiones, tanto de Ghana como de otros países africanos como Mali, Etiopía, Libia, Paquistán o Irán; es muy interesante. Uno puedo distinguir la diferencia de rasgos,   grupos étnicos, clanes, sus distintas religiones y sus costumbres.

Alcantarillas abiertas.
Las mezquitas se entrecruzan con las Iglesias cristianas  ( Católicas, Carismáticas, Presbiterianas, Metodistas, etc...). Así es como uno puede escuchar la llamada del muecín a la oración  para los musulmanes, a la vez que se oyen los cánticos cristianos que se cuelan por las distintas iglesias, siempre con las puertas abiertas, por lo que cualquiera que pase por la calle tiene acceso a ver qué es lo que pasa en el interior.



 ¡Sí!  Ashaiman es un barrio único. Siempre será  un lugar especial para mí. Es la zona donde está nuestra escuela, donde viven nuestros alumnos con sus familias y también muchos de mis amigos. Es un rincón perdido en el mundo en el cual, a pesar de su desorden logístico; siempre me he sentido segura y tranquila.

Los desagües abiertos en las calles de Ashaiman.
La primera vez que fui a Ashaiman, mantenía la vista fija sobre el suelo todo el tiempo, intentando esquivar los pozos y alcantarillas abiertas (gutter) y evitar  caerme. Si uno se descuida corre el riesgo de tropezar y  caer  en uno de estos pozos, como el que se aprecia en la foto. Sobretodo teniendo en cuenta que  uno nunca camina solo, sino que una procesión de vendedores, taxistas y gente en general te acompaña, dondequiera que vayas; siempre hablando, haciendo chistes, ofrenciéndote sus productos y haciéndote mil preguntas.


Tras un año viviendo aquí, conozco las calles de memoria y hasta de noche me es posible caminar sin peligro de caer. No hace falta mencionar que no existe alumbrado público y que cuando a las seis de la tarde, la luz del sol nos abandona; la oscuridad total se apodera de las calles de Ashaiman y de la mayoría de los barrios de Ghana. Sólo la luz de velas, lámparas de queroseno o coches perfilan las siluetas de personas deambulando, y alumbran fugazmente los rincones callejeros.


  La percepción general del barrio, transmite a uno la sensación de estar en un gran bazar, presionado por una multitud de gente que circula en distintas direcciones. Para conocer Ashaiman es  importante relajarse, dejarse llevar por el flujo humano que empuja constantemente, pero sin perder el rumbo.

- 'Obruni ou ko ahe' ( ¿A dónde vas?)
- 'Me ko sukum, Sir'. ( Señor, voy a la escuela)

La pregunta se repite desde que salgo de mi casa hasta que vuelvo de la escuela.A pesar de verme a diario en la estación, siguen ofreciéndome ayuda para indicarme direcciones porque siempre creen que  puedo estar  perdida, o que no sé llegar a mi lugar de destino. Todos siempre se  preocupan porque no es frecuente encontrar chicas 'obrunis' de nuestra edad en mitad de estas calles.

Así es como en medio de esa marea humana me abro paso para 'saltar' al tro tro que me llevará a la zona de Libano, donde me esperan los alumnos en la escuela.

El ruido de la estación, los animales pasando en medio de la calle y la música, llevan a uno a perder la noción del tiempo. En Ashaiman es de día o es de noche, hay luz o está todo oscuro; pero el tiempo tal y como nosotros lo conocemos; no existe. Las horas no se cuentan; sólo pasan sucesivamente, una tras otra en el transcurrir de la monotonía diaria.

Las cabras están en todas partes.
'El tro tro sale de la estación cuando se llena de pasajeros, los vendedores esperan eternamente a que alguien les compre algo, los taxistas aguardan sin prisa la llegada de clientes, si llueve... toda la actividad cesa y la gente se sienta a contemplar la lluvia, ¡a veces durante horas!

Así es como yo percibo este lugar que es a la vez tan especial para mí y  tan distinto a mi realidad antes conocida.




Puede que mi descripción  resulte un tanto deprimente pero sin embargo, Ashaiman está cambiando. No es el mismo barrio que era hace 10 años atrás ni será el mismo en la próxima década. La Educación que ofrecen las escuelas están abriendo nuevos horizontes que, quizás con el paso de muchos años; permitirán que las nuevas generaciones de ghaneses puedan marcar una gran diferencia en la forma en la que actualmente se desarrolla la política y los negocios en este país. Ellos son el futuro.

Nuestros alumnos en época de exámenes.
Ghana tiene un sistema educativo público con muchos puntos débiles que reforzar: escasa inversión económica en la construcción de escuelas y equipamiento de material escolar, insuficiencia de profesorado cualificado y falta de apuesta por la pedagogía educativa en lugar del uso de la autoridad impuesta por la fuerza en las aulas; por parte de los maestros que tienden a bloquear la capacidad participativa  de los alumnos,  al impartir clases  monótonas en las que se castigan los errores cometidos y no se motiva el autoaprendizaje del alumnado.




Pese a estas debilidades, la labor de las escuelas está impregnando huellas en los miles de niños y niñas que acuden diariamente a las aulas a aprender. No sólo se les enseña a leer y a escribir en inglés; un idioma que les permitirá poder comunicarse a nivel internacional; sino que también descubren  otras formas de vida más allá de los límites de la periferia de Ashaiman. El mundo se abre para ellos cada vez que adquieren un nuevo conocimiento. ¡¡¡Sí!!! Algo está cambiando en Ashaiman y es gracias a la educación de los más jóvenes.

Por eso la escuela y nuestros alumnos inspiran tanta esperanza e ilusión. Por eso,  verlos leer y aprender con una mirada que nunca parece saciarse de conocimiento, me llena de alegría y me lleva a confiar en que finalmente, sí que hay esperanza en el barrio de Ashaiman, sí que habrá un futuro mejor.

Exámenes en Continental School,,class 5 and 6.Quinto y sexto de primaria.